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Minerales en equinos

Minerales en equinos
Revise este artículo preparado por Performance
Autor:

Por Sergio Ossa D.

Médico Veterinario

Performance, empresa adscrita al Programa de Beneficios de la Federación del Rodeo Chileno

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MINERALES EN EQUINOS

El sudor en el equino deportivo

El sudor se produce como respuesta a la carga de calor creciente del animal, se  secreta el sudor a la superficie de la piel donde la evaporación del fluido ayuda a disipar el calor del cuerpo; por lo que el caballo entonces se refresca cuando el sudor se evapora. En tiempo caluroso y húmedo, este es un método primario para refrescarse. En tiempo frío el calor puede disiparse a través de conducción y convección.

La necesidad para el caballo de refrescarse a través del sudor crea dos demandas  normales, la redistribución del flujo sanguíneo hacia la piel resultando en una menor disponibilidad de sangre para otros órganos y la pérdida de agua y electrolitos en el sudor resultando en deshidratación y cambios significativos en el equilibrio ácido-base. Los caballos sometidos a ejercicios intensos en condiciones de alta temperatura y humedad pueden perder hasta 15 lts/sudor/hs.

La gran pérdida de fluidos aumenta la viscosidad de la sangre, junto a esto, se desvía la sangre de la piel a otros órganos y los cambios en el equilibrio ácido-base asociados con la pérdida de electrolitos, se combinan causando la alteración de la perfusión de los tejidos. Esta disminución en la perfusión es un factor que contribuye al desarrollo de laminitis, miopatías metabólicas, cólico y compromete la regulación de la temperatura, resultando en una menor remoción de calor de los tejidos y disminuyendo el flujo sanguíneo a la piel para el enfriamiento.

Los principales componentes del sudor son, sodio, potasio, calcio, magnesio y cloro. El sodio y el potasio son los más importantes ya que se encuentran en mayores concentraciones que los demás.

Desequilibrio ácido base en ejercicios de resistencia y velocidad.

La ruta más común por la que se pierde líquido durante el ejercicio es la sudoración, también pueden ocurrir pérdidas menores a través del aparato urinario, gastrointestinal y respiratorio.

 Durante los ejercicios de alta intensidad (velocidad) pueden ocurrir pérdidas de líquidos del orden de los 5 a10 litros, aumenta el ácido láctico en sangre, lo que conducirá a una acidosis metabólica, la cual,  es más importante en los primeros 5 minutos post ejercicio y en una hora retornan a valores normales. Debido a este rápido metabolismo no se produce una acidosis metabólica continua y por lo tanto generalmente en estos casos no es necesario instaurar ningún tratamiento.

Durante el ejercicio de resistencia (endurance) los desequilibrios ácido base tienen mucha importancia debido a las pérdidas ocasionadas por el sudor. Se produce una gran pérdida de electrolitos y agua con la consiguiente deshidratación que sumado a la alta temperatura y humedad ambiental aumenta aun más la sudoración pudiéndose perder hasta 15 litros por hora de fluidos.

Se deben reponer los fluidos y los electrolitos con soluciones poliónicas y/o de cloruro de sodio.

Problemas metabólicos

La actividad física violenta, como el entrenamiento, para mejorar el estado físico o la resistencia en las carreras requiere un ejercicio submáximo prolongado. Por lo tanto, los nutrientes según su importancia son: agua, sales y electrolitos y los requeridos para energía. Los demás requerimientos nutricionales como las proteínas no aumentan con la actividad física.

Se han reconocido varios problemas metabólicos debido a las pérdidas de fluido y cambios en las concentraciones de electrolitos que ocurren durante el ejercicio aeróbico y anaeróbico prolongado. Tales problemas son: deshidratación, aleteo diafragmático, miopatías metabólicas (calambres, azoturia), laminitis, cólico y síndrome del equino exhausto. Los factores comunes que contribuyen a los desórdenes metabólicos son: la producción de calor durante el ejercicio, la producción de ácido láctico, la pérdida de agua y electrolitos en el sudor, la depleción de energía, la contracción esplénica que lleva a la hemoconcentración y la alcalosis metabólica.

Con respecto al agua, la condición más importante es mantener la hidratación. Una pérdida del 12-15% de agua puede ser fatal. Si el porcentaje es menor, puede producir fatiga y disminución del rendimiento por lo tanto se le debe administrar al equino pequeñas cantidades de agua, a intervalos cortos con tanta frecuencia como sea posible.

Esto es importante en las carreras de resistencia. En cuanto a los electrolitos, se sabe que debido al ejercicio se pierden sustancias por el sudor y por la orina. La pérdida de sodio, potasio y cloro provoca fatiga y debilidad muscular. La pérdida de calcio provoca tetania por stress, cuyos signos clínicos son calambres y espasmos, y ocurre después de varias horas de actividad física. La contracción sincrónica diafragmática también ocurre por pérdida de electrolitos. Se cree que la disminución de las concentraciones de calcio, cloro y/o potasio en plasma puede aumentar la irritabilidad de los nervios frénicos.

Como resultado, la actividad eléctrica producida por los latidos cardíacos estimula estos nervios en su trayecto sobre el corazón. El diafragma, por estímulo de los nervios frénicos, se contrae con cada latido cardíaco, lo que provoca los movimientos repentinos bilaterales y a veces unilaterales de los flancos del caballo, y en ocasiones en los miembros posteriores. Esto puede ocurrir durante o después del esfuerzo físico. 

Minerales

Los minerales constituyen aproximadamente el 4% del peso corporal. Son parte esencial de la dieta del equino: ayudan a metabolizar proteínas, grasas y carbohidratos, hacen funcionar normalmente músculos y nervios, mantienen el equilibrio ácido base y de los fluidos corporales y son componentes necesarios de cada enzima requerida por el metabolismo. Son componentes de ciertas hormonas, vitaminas y aminoácidos.

Para la nutrición equina los más importantes son: macrominerales (calcio, fósforo, cloro, sodio, potasio, magnesio y azufre) necesarios en mayor cantidad en la dieta diaria y los microminerales (hierro, zinc, cobre, manganeso, iodo y selenio) necesarios en cantidades menores (ppm). Dentro de estos, los de mayor preocupación en la alimentación del equino son: calcio, fósforo, cloro, sodio, potasio, en algunas áreas el selenio y para el crecimiento, cobre y zinc.

La cantidad dada en la dieta de la mayoría de los nutrientes tiende al rango mínimo en el cual la salud y la performance del animal son óptimas. De esta manera se reducen los costos de alimentación y se mantienen niveles óptimos de salud. En la dieta,  los minerales deberían ser considerados como un grupo más que individualmente. Mientras el consumo de un mineral aumenta por sobre lo necesario, la cantidad absorbida y/o excretada en orina y/o heces también aumentan. Si hay un exceso en la absorción de estos minerales también puede ser perjudicial. Aquellos que no son absorbidos pueden ligar otros minerales, disminuyendo su absorción y posiblemente resultando en un déficit de estos.

Macrominerales

Calcio y Fósforo

El calcio constituye un 35% de la estructura ósea, interviene en la contracción del músculo cardíaco, la integridad de la membrana celular, la secreción glandular, la regulación de la temperatura y los mecanismos de coagulación sanguínea.

El fósforo es esencial para el crecimiento y mantenimiento de huesos y dientes, para el metabolismo energético y para numerosas funciones celulares.

La perfecta integridad de un esqueleto desarrollado, sólido y resistente a las violentas tracciones musculares y al golpeteo sobre suelos duros es la condición ideal para todo resultado físico.

La alimentación tiene un papel importante en prevenir los trastornos del metabolismo óseo, que alteran el desarrollo y la solidez del esqueleto. Esto condiciona la precocidad del tejido óseo. Todo retraso, en este terreno producido por un desequilibrio nutricional es de grave consecuencia en los equinos sometidos cada vez más temprano al entrenamiento y obligados a un trabajo muy duro. Los controles radiológicos permiten apartar de las carreras a los animales con esqueleto muy inmaduro.

La concentración de calcio en el plasma sanguíneo esta regulada por la parathormona, la calcitonina y los metabolitos de la vitamina D.

Los forrajes son pobres en fósforo. Las gramíneas son débiles en calcio, mientras que las leguminosas como la alfalfa son mas aptas para compensar las insuficiencias de los cereales. Los granos contienen un fuerte exceso de fósforo en relación al calcio. Dietas con abundante afrecho de trigo y cereales son ricas en fosfato orgánico (fitato) y bajas en calcio.

La proporción de forrajes en la ración total disminuye con respecto a los cereales (avena), a medida que el nivel alimentario se eleva para hacer frente a un trabajo mas intenso. La carencia en calcio se encuentra complicada por un exceso de fósforo. Por lo tanto debe evitarse un exceso de fósforo en la dieta ya que inhibe la absorción de calcio, altera la homeostasis cálcica y la velocidad de remodelación ósea.

También se deben evitar los excesos de calcio en la dieta, porque esto inhibe el proceso de remodelación ósea en el hueso e interfiere con la utilización de fósforo y otros minerales como magnesio, zinc, hierro, cobre y manganeso.

Para el caballo de carrera se estima que la ración debe contener como mínimo 0,6 % de calcio y 0,45% de fósforo. Estas proporciones pueden verse alteradas dependiendo del tipo predominante de forrajes ofrecidos en la dieta. Si se utilizan predominantemente gramíneas, habrá que considerar una posible suplementación con calcio para balancear con los niveles de fósforo. En el caso de utilizar una mayor proporción de leguminosas la suplementación con calcio no seria necesaria, salvo en caso de interacciones con otros minerales o cuando se utilizan dietas con alta proporción de granos.

Por todo esto las patologías mas frecuentes serian raquitismo, osteomalacia y osteofibrosis.

En el raquitismo se combina una deficiencia de calcio y de vitamina D por lo que la mineralización es anormal, se observa  retraso en el crecimiento, irregularidades de los aplomos, anormalidades óseas a nivel del carpo, tarso, etc. La osteomalacia tiene las mismas causas que el raquitismo pero aplicadas a un hueso que ya a terminado su crecimiento. La osteofibrosis se produce por un exceso de fósforo en la dieta induciendo una hiperfosfatemia con una segura hipocalcemia. La osteofibrosis crónica se manifiesta por deformaciones óseas alrededor de las articulaciones, esto causa claudicación intermitente, recidivantes ante esfuerzos con predisposición a fracturas debido a la fragilidad ósea comprometiendo tanto el entrenamiento como la duración de la carrera.

Se debe complementar con un componente mineral rico en calcio.

Cloruro de Sodio

Los dos elementos son responsables de la regulación de los fluidos corporales y de la conducción de los impulsos eléctricos en nervios y músculos. Son los electrolitos más importantes eliminados en el sudor y la orina. El sudor contiene por litro: 3,1 gramos de sodio y 5,7 gramos de cloro. Para un equino en mantenimiento la dieta debería contener al menos 0,1% de sodio.

Los requerimientos de cloruro de sodio aumentan en el ejercicio de manera proporcional al aumento del sudor y a las perdidas urinarias. Las necesidades de entrenamiento están estimadas en 25-30 gr./A/día. Al realizar un trabajo intenso, sobre todo en clima cálido las perdidas salinas pueden llegar a 100 g/A/día, de los cuales 40 g son por la orina y 50-60 por el sudor (a razón de 4,5 g/l). La carencia crónica se manifiesta por una alteración del apetito, rugosidad del pelo y menor velocidad de crecimiento.

Los niveles de absorción de sodio y cloro son bastante elevados siendo aproximadamente 75-95%.Los excesos se eliminaran en la orina siempre y cuando el caballo tenga libre accesos al agua. El sobre consumo de sal no compensado con el agua suficiente, puede ser responsable de trastornos digestivos (cólico, diarrea), calambres musculares, debilidad, parálisis de los miembros posteriores y accidentes cardiacos.

Potasio

Es un electrolito que mantiene la presión osmótica celular y el equilibrio acido-base del cuerpo.

Los forrajes contienen alrededor de 1 a 4 % de K y los granos 0,2 - 0,5 %. Aunque en la dieta del equino en mantenimiento un 0,25 % de K es adecuado, más del 0,6 % puede ser necesario para los equinos en training y que realizan gran actividad física. Incluso durante estos periodos los requerimientos son cubiertos por la mayoría de los alimentos utilizados en las dietas. Los excesos de una ingesta de potasio son más bien raros y tolerados por el equino. El exceso de potasio acelera la pérdida urinaria de sodio y entorpece la asimilación del magnesio.

La deficiencia de potasio se caracteriza por fatiga, debilidad muscular, letargia, intolerancia al ejercicio y una disminución del consumo de agua y alimentos. Su déficit se asocia a rabdomiolis (miopatía por esfuerzo).

Magnesio

Al rededor del 60% del magnesio se encuentra en el esqueleto pero es también un activador importante de varias enzimas. Los equinos necesitan en su dieta alrededor de 0,1 % de magnesio. Los alimentos que estos consumen contienen alrededor del 0,1 - 0,3 %. La absorción del magnesio no esta afectada por el calcio, el aluminio, ni por los oxalatos; pero al igual que el calcio la cantidad de magnesio decrece ante un exceso de fósforo.

El déficit de magnesio se caracteriza por hiperexcitabilidad, mirada fija, temblores musculares, marcha incierta, sudoración profusa y ataxia.

Azufre

Es un constituyente esencial de varios aminoácidos (metionina, cistina y cisteína ), de las vitaminas del complejo B (biotina, tiamina), de la insulina , taurina y del sulfato de condroitina.

El azufre inorgánico no es fácilmente absorbido por los equinos y es preferible el azufre orgánico (ligado a aminoácidos). Deficiencias no han sido reportadas y los excesos no han producido efectos indeseables ya que el mineral se elimina fácilmente por orina y heces.

Dietas con alta calidad de proteínas usualmente proveen como mínimo 0,15% de azufre orgánico. Esto parece adecuado para cubrir los requerimientos del equino.

En la próxima entrega completaremos este tema, hablando de los microminerales, que son parte esencial en el desarrollo óptimo de los potrillos.

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