Rescatando Versos: El hombre Cueto
Rescatando Versos: El hombre Cueto (Sapo Cancionero)
Por Arturo Lavín Acevedo. Envíe sus comentarios a editor@caballoyrodeo.cl
Hace un par de meses atrás, ni tanto a lo mejor, en uno de los artículos que escribí, (Pura imaginaria) hacía recuerdos de un hombre al que tuve el gusto de conocer, un gusto muy re corto desgraciadamente. Así de pasadita. Pero nos dejó, a los que estábamos presentes en aquella reunión de la Federación, un recuerdo imborrable, por lo menos a mi y supongo que a los demás también
Se me ocurrió poner al final del artículo que si alguien conocía los versos de Carlos Cueto, el Sapo Cancionero, si podía, me dijera como poder obtenerlos. Para mi gran sorpresa recibí de un sobrino, Don Sergio Marín Lara, no solo los versos (espectaculares) que recabó de su tía, la viuda de Don Carlos, la señora María Marín. También una pequeña biografía de "el hombre Cueto", que quiero compartir con ustedes, así como esos dos versos que esa vez recitó y que, según me he dado cuenta, yo me acordaba pero muy borrosamente de cómo en realidad eran.
Les transcribo lo que Don Sergio me contó:
"Carlos Cueto llevaba el sentimiento huaso, el rodeo y el campo chileno muy dentro de sí y le brotaba por los poros, el hecho de poder comunicar sus versos le hubiese alegrado en gran medida.
Después de cursar sus estudios secundarios en el Seminario San Rafael de Valparaíso, se fue a vivir a Casablanca, se casó, se puso el traje de huaso y no se lo sacó nunca más. Fue dirigente sempiterno del Club de Rodeo Chileno de Casablanca, siendo siempre uno de los puntales de la organización del Rodeo Oficial, del que Don Ramón Cardemil era asiduo participante y muchas veces ganador cuando corría con Farolito Fuentes, allá por las décadas entre los sesenta y ochenta".
El primer verso es el de homenaje a Don Ramo y Farolo, el segundo es el de las mentiras de los guasos.
Al final, y perdónenme la insolencia, les incluyo unos versos que se me ocurrieron después de leer los de Don Carlos. Claro... leyendo a un maestro a cualquiera le baja la inspiración. ¡Que los disfruten!
¡Por favor! No le vayan a contar a Don Leute que me las estoy dando de pueta.
Arturo Lavín Acevedo
Cauquenes del Maule, julio del 2007.
P.S. Mientras escribía estas líneas acabo de saber que murió uno de los últimos guasos viejos que me iban quedando, Javier Vega Morales, On Javielito, el que me enseñó a subirme a un caballo por allá a fines de los 40 cuando recién me empinaba sobre los cinco años y apenitas del suelo. Como los viejos espinos apellinados, si no es el hacha, es el tiempo, pero al final doblan su tronco rugoso, cansado y dejan su espacio. Lástima que ya no lo vaya a ocupar otro espino de la misma raza, lamentablemente está hoy en vías de extinción. Si fuera verdad que los hombres no se mueren del todo, estoy seguro que debe estar ensillando su querido manco negro, el Filibustero, "el chulleco", para salir al monte a pialar novillos montaraces o a los cerros, a aleonar los perros a bajar a una quebrada para echar a correr "la pájara". Allá en los campos eternos de la Trapananda.
¡...que linda estampa.
Sapo cancionero (Carlos Cueto), febrero de 1981.
Se oyen novillos bramando Dos huasos hacen la ronda
en el medio de un potrero, vigilando la ensillá.
se oye gritar a un vaquero Pues, hay que echar una pasá
y a un perro que anda ladrando. pa'conservar las formas.
Seguro que están rodeando Es como ponerle l?horma
Pa'echar una correteá. a una buena corrida.
La mañana es apropiá, Y no pasa como en la vida
fresca la brisa en la cara que a un letrao que no lea,
y amarrada a una vara por muy letrao que sea,
espera la caballá. hasta leer se le olvida.
Es mañana de un domingo A uno le dicen "El Taita",
en un domingo cualquiera. yo solo sé que es "Don Ramo",
El cielo es de primavera que es campeón a las dos manos
y se ven lindos los pingos. y que le gusta correr vacas.
El sol les hace un respingo Que de ahí viene su fama
por el pelo de las ancas de inteligente y sereno,
y un tornasol por las nalgas que es un rotito chileno
les acaricia las corvas, de la manta bien florida,
mientras les abre la cola y en la carrera corrida
el fresco de la mañana. el mejor entre los buenos.
De un jaquimón con ramales, Al otro le dicen "Farolito"
desde una cabeza chiquita y debieran decirle "Maestro",
sobresalen las orejitas porque no hay otro más diestro
de un fogoso pura sangre. pa'conseguir sus puntitos,
Enjuto de los pretales, siempre lo hace tranquilito
de poderoso encuentros, y con la cara sonriente.
blancos los cuartos traseros. Tiene fama de jinete,
Del "Bellaco" alazán tostao, de esos que no hacen alarde
antes muerto que cansao, y aunque la justicia tarde
se vanagloria su dueño. sus triunfos no lo envanecen.
Y de un cabestro trenzado Linda estampa corralera
otro soberbio animal. para el verso de un poeta,
Este se llama "Rival", para cantarle una cueca,
renegrido el colorado, para un pintor en su tela,
como una copa de guindado para mandarle una esquela
dispuesto pa'emborrachar. a la dueña de mi amor.
Pues, no solo sabe atajar, Para brindar la emoción
también es sello de raza y la alegría del campo
y por donde quiera que pasa que se pinta en el chamanto
siempre da mucho que hablar. del que se gana un champión.
Para mentir y comer pescado...
Sapo cancionero (Carlos Cueto), noviembre de 1975.
No hay perro malo en verano,
ni pingo malo en invierno.
Too es cuestión de ubicarlos
a cada cual en su tiempo.
Me sucedió en un rodeo, También tengo mi manera
entre corrida y corrida, para saber y contar.
me salió de la travesía No too ha de ser zorrear,
un asunto medio feo. hay que echar una carrera.
Yo casi no me lo creo, En medio de las banderas
pero un huaso medio cantor, también se ataja la bola,
como era buen corredor y yo he visto atajar sola
era también cachiporra, a una yegua e'San Pablo,
me dijo que pilló una zorra y jue cuando atajó al diablo
encaramada en el sol. de los pelos de la cola.
Yo la empecé a maliciar Otra vez en un rosillo
que el hombre se equivocó, de esos que llaman moro
aunque en verdad no era el sol le hice una atajada a un toro
lo que me hacía dudar. de los puros intestinos.
Si yo pudiera contar Iba tan fuerte el indino
que he visto el sol en mi cama, que aflojó el pellejo entero
también tendría yo fama y dejando pegado el cuero,
de andar metido en enredos, medio a medio e'las banderas,
por eso algo no más le creo, por el hocico pa'juera
es que la zorra no se encarama. jue a dar al apiñadero.
Como era buen narrador, Tiene el huaso distinción
enseguida me replicó, y entre zorros y carreras,
y otra historia me contó entre aguadas y banderas,
parecida a la anterior. vuela su imaginación.
Dijo con mucho vigor, Se le inflama el corazón
con dos perros nada más cuando pondera sus cosas,
y que tras un mes batallar, así las vive y las goza,
un culpeo había pillado, y naiden diga que miente
que se le había encaletado porque al decir lo que siente
entre las olas del mar. mantiene el alma dichosa.
Esa sí que se la creí
porque me acuerdo entuavía
que una cosa parecía
tamién me sucedió a mi.
Pero sobre una ola encendí,
con luches y conchas de lapa,
una tremenda fogata
que le arrimé al culpeo,
el que entre estornudos y peos
aflojó hasta las garrapatas.
A Carlos Cueto, el Sapo Cancionero.
No fue un Javier de la Rosa,
tampoco un negro Taguada,
más con el pincel de su prosa
dejó su huella marcada.
Es que aquel hombre tenía
el ser guaso, muy re guaso,
pa'juntar letras, alzar el vaso
y hacerle a la poesía.
No se podrá discutir
que el hombre tenía encantos
para escribir y decir
lo que no le sale a tantos.
El hombre tenía tanto
pa'poner juntas las cosas
como un ramillete e'rosas,
como un ramillete e'campo.
Hay en los campos chilenos
pajarillos multicolores
con canto que son amores,
sobre todo los mañaneros.
Pero con todo respeto
hubo sólo un Carlos Cueto,
que también sabía cantar,
aunque nunca se oyó trinar.
Es que no era ave, era sapo,
pero un sapo muy especial,
que no nadaba en un charco,
que sin alas sabía volar.
Era éste sapo tenor
gorjeaba como un jilguero,
era éste sapo cantor,
era el Sapo Cancionero.
Arturo Lavín Acevedo
28 de junio del 2007
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