- Reportaje recopilado de la sección de las Asociaciones del Anuario de la Federación Criadores de Caballos Raza Chilena de 2015.

Desde pequeños, los hermanos Alejandro y Ricardo Alfaro desarrollaron un cariño especial por los caballos gracias a su padre, don Héctor Alfaro, y esa pasión les permitió ya de grandes tener, primero su propio criadero, para luego fusionarlo y dar vida al Criadero Casas del Liguay, en la zona de Longaví.

Y los resultados de a poco se han ido dando. Primero en las quinchas, con caballos criados llegando a Rancagua, y después, dando paso a la morfología, en un intento de hacer los ejemplares de Casas del Liguay sean "buenos y bonitos".

"Esta pasión por los caballos nace desde pequeño. Nuestra familia vivía en el campo en Longaví, y mi padre tenía caballos, pero no eran inscritos. Fue así como a mí y a mi hermano nos gustó mucho todo lo relacionado con el caballo. En diciembre de 1983 fundamos dos criaderos separados. El Criadero Marihual era el mío y el Marihual Alto, el de mi hermano, y ahí tuvimos la primera yegua, la Marihual Canita, que era una hija del Bella Vista Guardián II, en una yegua que la habíamos comprado a don Hernán Cardemil", cuenta Alejandro Alfaro.

"Posteriormente decidimos unir los dos criaderos y ahí se formó el Criadero Casas del Liguay en el año 2000, 17 años después de haber partido con dos criaderos distintos. Con mi hermano somos socios, pero en la práctica cada uno tiene sus caballos, aunque legalmente son del criadero", explica.

"Hemos apuntado a la funcionalidad, pero con el tiempo nos hemos ido adaptando y hemos ido buscando caballos que sean buenos y bonitos, que es el sueño de todo criador, pero nos ha costado. Nosotros partimos con una nieta de Guardián, y se sabe que los Guardián no eran bonitos. Sí, eran atajadores, corredores, pero carecían de sello racial", explica.

"Sin embargo, desde hace un par de años hemos estado trabajando en lo racial, y desde Santa Isabel trajimos el Caliche y el Bandolero, que es padre de varios caballos que han llegado al Nacional y que ahora está en Brasil. El Caliche es hijo del Curiche Rico Raco en la Escarcha, que es de madre Estribillo, y ahí empezamos a cambiar la morfología", añade.

Pero no todo ha sido felicidad para los Alfaro: "Para nosotros el caballo insigne fue el Torontel, con el cual llegamos al Champion de Chile en 2009. Eran dos caballos criados, pero lamentablemente en 2010 se produjo un incendio que nos dejó bastante mal porque se nos murieron siete caballos, entre ellos mi caballo, el Torontel", recordó Alejandro."

"Es triste ver que los caballos trabajados, criados y que uno quiere mucho mueran de esa manera, más aún con este caballo que con 18 años aún estaba atajando como potrillo. Fue súper doloroso. El hecho de haber estado en Rancagua con el Torontel dejó recuerdos invaluables. Tengo en mi oficina un tremendo cuadro grandote donde aparece el Torontel en una atajada de a cuatro en la Medialuna de Rancagua", añade Alfaro, cuyo objetivo en la crianza es disfrutar de un bueno momento.

"Mi hijo mayor está conmigo corriendo, y la gente se ríe porque yo bromeó y digo que es todo criado, los caballos y los jinetes. Así es que con él corrimos y la idea es siempre pasarlo bien, con la crianza, con los caballos. Es una terapia, porque los caballos me arreglan el día cada vez que voy a las pesebreras", cuenta.

"Tenemos hartos caballos criados, participando de rodeos para criadores. Yo diría que tenemos buenos resultados, a un nivel muy amateur, con bajos niveles de inversión, y el hecho de andar metido entre criaderos grandes nos ha dado la satisfacción", explica con orgullo.