Buenas tardes a todos.

Es tremendamente significativo para mí poder compartir con ustedes estas palabras de despedida. En primer lugar, como miembro de la mesa directiva de la Federación del Rodeo Chileno, y por especial encargo de su Presidente, don Cristián Leiva Castillo, tengo el doloroso honor de despedir en representación de todos los huasos de Chile a don José María Hurtado Ruiz-Tagle.

Y digo "doloroso honor" porque mi abuelo y mi padre trabajaron toda una vida en los campos de su familia y por cierto con él. Apenas tuve uso de razón, en esa vieja casa de Los Maquis donde pasé mi niñez, escuché por primera vez su nombre, a quien mi padre llamaba cariñosamente "Cotito" y mi madre "Don José María". Entonces no solo estoy despidiendo a un deportista y dirigente destacado, sino también a "un amigo", amistad que forjamos por casi medio siglo, independiente de las facetas que a cada uno nos tocó vivir.

Don "Cote", como todos lo conocían, entregó parte de su vida al Rodeo Chileno, y no sólo en lo personal como corredor y como continuador del Criadero Los Maquis, sino como incansable dirigente de la Federación que agrupa a más de 9 mil socios. Siempre dialogante y tolerante, participó activamente en cuanta iniciativa condujese a la modernización del Rodeo Chileno. Fue él gran artífice de la creación del Cuerpo Profesional de Jurados, escribiendo junto a otros dirigentes, pero de su puño y letra, las bases del Reglamento que los rige. Para ello recorrió el país, convocando a quienes serían nuestros primeros jurados. Viajó miles de kilómetros en su propio auto para encantar y aglutinar a los aspirantes.

Gracias a su carácter ecuánime fue, también, presidente de la Comisión de Disciplina, en la cual su preocupación fue siempre la equidad en los fallos.

Miembro de una numerosa familia, fue quien continuó con la huella corralera de su padre, fundador y primer Presidente de la Federación de Rodeo, Don Fernando Hurtado Echeñique.

El Rodeo Chileno le debe mucho por el gran tiempo que le dedicó y por haber formado parte, por años, de un equipo directivo que se abocó a la tarea de materializar los innovadores cambios que reforzaron la organización y afianzaron el concepto de espectáculo del Rodeo Chileno.

Echó raíces en el corazón de la llamada Provincia Huasa, pero lo cierto es que don "Cote" no fue patrimonio de un lugar específico, sino de todo el Rodeo Chileno por todo cuanto le entregó.

Acrisolado en un hogar de definida sensibilidad política, fue alcalde de Palmilla y diputado en dos periodos consecutivos por distritos costeros de Colchagua. Desde esta posición pública colaboró activamente para que su patria fuera un mejor país.

En su casa, era un anfitrión espectacular junto a su distinguida esposa, Sra. Juanita Fernández, y sus tres hijos. Todos los que frecuentábamos su hogar coincidíamos en eso, así como en su alegría, que no hacía distinción alguna.

Siempre me acuerdo de una de sus expresiones: "Aquí hay voluntad", cuando hablaba de su hogar, representando de la manera más genuina la forma en que nos acogía. Uno no sentía que molestaba, ni en tiempo ni en hora.

En los últimos años pude estar nuevamente muy cercano a él. Me sorprendió su estoicismo cuando un diagnóstico le indicó que iniciaba el camino hacia el ocaso de su vida.

Recuerdo que conversé con él al día siguiente, y nunca lo vi con temor, salvo la preocupación natural por su señora y sus hijos. Lo aceptó como el término de su ciclo, traspasándonos esa calma y sabiduría.

Se ha ido un gran deportista, un gran dirigente y una mejor persona. Pero por sobre todo, para mí, ha partido un amigo entrañable, que nunca olvidaremos.

Jorge Gómez D.