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Protagonistas de una gran aventura

Protagonistas de una gran aventura
Hace 10 años, Sergio Rodríguez y Tristán Hermosilla unieron Arica y Santiago en 57 días de cabalgata en seis caballos chilenos.

El 22 de julio se cumplieron 10 años de una hazaña que tuvo como protagonistas a dos jinetes y seis caballos chilenos, una gesta que significó unir Arica y Santiago de a caballo y que puso a Sergio Rodríguez y Tristán Hermosilla y a estos seis ejemplares entre los hitos más importantes de la década.

Para revivir lo que fue esta gesta, que reflejó la entereza de dos jinetes y las bondades del Caballo Chileno, Caballoyrodeo.cl conversó con ambos protagonistas, partiendo por el abogado y corralero Sergio Rodríguez, para que narrara aquella experiencia.

"Salimos el día 22 de julio desde Arica hacia el sur y llegamos el día 17 de septiembre a la Plaza de Armas de Santiago. Si la memoria no me falla, yo le diría que en esta fecha (30 de julio) deberíamos haber estado seguramente saliendo de Iquique hacia el sur. Esta travesía la hicimos con tres caballos cada, de los cuales hay dos muertos y cuatro vivos. Eran caballos nuestros", narró.

Agregó que la idea de hacer esta travesía tuvo una génesis muy especial, precisando: "Vi un enduro ecuestre donde había un caballo chileno participando. Alguien hizo el comentario que los caballos no servían más que para el Rodeo y que no servían para distancias largas. Yo me enojé y les dije que estaba equivocados, que el Caballo Chileno era un caballo  que había conquistado América, que había conquistado la Araucanía, la Guerra del Pacífico; que se había mantenido puro  y que el caballo de hoy perfectamente podía hacer lo mismo que hicieron los caballos de los conquistadores".

Los escépticos le dijeron que estaba loco, como lo recordó ahora, pero sobre la misma les señaló: "Si yo tuviera el tiempo y los caballos, sería capaz de venirme de Arica y en 60 días estaría en Santiago; me demoré 58, tomando en cuenta que Pedro de Valdivia se demoró 9 meses en el mismo recorrido".

Contó también que tuvieron el auspicio y el apoyo de la Federación del Rodeo Chileno y de la Federación de Criadores de Caballos Chilenos, además de las asociaciones de Rodeo de Melipilla y de Criadores de Caballos Chilenos de Melipilla.

Recordando los momentos más complicados de este viaje, señaló: "Yo le diría que el tramo de más calor, en la pampa, fue frente a la oficina Humberstone. Mucho, mucho calor. Y la parte más helada en el cerro Paranal. Justamente acampamos a los pies del cerro en la noche y fue terrible. El resto, el poto se acostumbra y aunque no crea, esa no es la parte que más duele; es la cintura". 

Asimismo, enfatizó que el viaje lo planificaron al detalle y que se cumplió fielmente.

"Las jornadas fueron tal como las planificamos todos los días; en ese sentido no hubo ningún problema. Las jornadas normales eran entre 50 y 60 kilómetros diarios. Alguna vez hicimos un poco menos porque estaba planificado así y un par de veces hicimos 70 kilómetros diarios. Partíamos siempre a las siete y media de la mañana. Pasara lo que pasara, yo me subía al caballo y partía", apuntó.

"Otra cosa que la gente no sabe es que todos los caballos hicieron el viaje a pie, porque los llevábamos amarrados al costado del caballo en que íbamos montados. Y teníamos un sistema que consistía en que yo usaba medio día cada caballo. O sea, en un día y medio usaba mis tres caballos. En cambio, el Tano Hermosilla tenía un sistema diferente: el usaba los tres caballos en el mismo día. A nosotros nos acomodó así", señaló.

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El aguante de los caballos

Hablando de la forma en que los caballos soportaron dicha travesía, expresó: "Nosotros pensamos que los caballos a medida que avanzaran, iban a cansarse. Los caballos aumentaron su ritmo de viaje, nos demoramos un poco, pero logramos en definitiva darle una alimentación adecuada y llegaron muy gordos. Es decir, perfectamente después de haber recorrido más de dos mil kilómetros. Pero llegaron muy adoloridos de tendones, en  las patas y obviamente de lomo y de cruz".

Mencionando el tipo de terreno que recorrieron y cómo fue la ruta que siguieron, indicó: "El dicho señala que el camino más corto es el conocido. Por lo tanto, nosotros diseñamos todo el recorrido por orilla de carretera. La parte más complicada desde el punto de vista de andar por la carretera fue entre Quebrada Honda y La Serena, que virtualmente no hay berma. Pero en el resto se podía andar perfectamente de a tres caballos, tres adelante, tres atrás. A veces el Tano adelante, otras veces yo".

Puntualizó que, grosso modo, el viaje fue Arica-Iquique, Iquique-Antofagasta. En Antofagasta subieron otra vez al desierto, bajaron cerca de Chañaral, luego vino Caldera, Copiapó, Vallenar, La Serena, Ovalle, Illapel y vinieron a salir por Putaendo, San Felipe a la Cuesta de Chacabuco.

También le preguntamos si salía gente a su paso para alentarlos, aplaudirlos o por mera curiosidad.

"Eso es lo más increíble, porque tuvimos una muy buena cobertura de un colega suyo, Vicente Pérez, que logró contactarse con los alcaldes. Entonces, en muchas partes, por no decir las ciudades grandes, nos recibían con actos, con ceremonias, fue muy emotivo.  Tuvimos ceremonias en Arica, en el límite de la Línea de la Concordia, en el Morro de Arica, en Pampa Germania; no espero el alcalde, el famoso Choro Soria, a la entrada de Iquique, el alcalde ya fallecido de Tocopilla, el alcalde de Taltal, creo que también fallecido, el de Antofagasta, el de Chañaral, el de Caldera. Y en Copiapó hubo una ceremonia preciosa. Para qué le digo en La Serena; después incluso nos invitaron hasta a un rodeo en Limarí. Fueron ceremonias muy bonitas", enfatizó.

Y tras todo ese recorrido y ceremonias varias, llegaron a Santiago…

"Para hablar de la fina verdad, nosotros no nos demoramos 58 días, nos demoramos 57. Nos pidieron que esperáramos un día para llegar a la Plaza de Armas. Así lo hicimos, alojamos en el Regimiento Buin con nuestros caballos y ahí esperamos un día completo. Después hicimos el recorrido desde el Regimiento Buin hasta la Plaza de Armas el día 17 de septiembre, en que nos esperó el alcalde Lavín con autoridades de la Federación del Rodeo y de la Federación de Criadores".

Y al preguntarle si volvería a hacer esta travesía, respondió prontamente: "Tengo mis dudas por los años. La hice con 61 y ahora tengo 71. Le voy a decir una historia; ayer me invitaron a hacer una cabalgata desde el lado de Melipilla hacia el lado de Aculeo y que eran cuatro, cinco horas. Y les dije que no, que no me interesaba".

Finalmente nos dijo que la cabalgata Arica-Santiago fue una de las cosas bonitas que hizo en su vida y de la cual está satisfecho y orgulloso.

"Y demostré que el Caballo Chileno es mucho más firme, mucho más fuerte de lo que la gente se imagina. La gente habitualmente está acostumbrada a ver caballos contra natura, corriendo de lado, el tema de la vaca. Lo ve ágil cuando se tira a la rienda, pero el caballo trabajando, caminando, subiendo y bajando cerros es verdaderamente espectacular", subrayó.

Asimismo, contó que de los caballos que llevó en aquellas jornadas, la Norteña y la Espiga todavía están con él y posiblemente preñadas, comentando también que estará en la Noche del Criador de las asociaciones Melipilla y Casablanca (este viernes 2 de agosto), exponiendo acerca de este viaje tan épico.

Vivir de nuevo la cabalgata

Y conversamos también con el otro protagonista de esta hazaña ecuestre, Tristán Hermosilla, para que retrocediera en el tiempo…

"Hay muchas cosas que recordar, el día 22 de julio se cumplieron 10 años de la cabalgata. Es algo que cuando se hizo no le dimos la importancia que deberíamos haberle dado, o por lo menos yo. Pero ahora viendo y leyendo el libro que se escribió y todo eso, es como vivir de nuevo la cabalgata", afirmó.

Además, señaló que tenían plena confianza en los caballos, que iban a responderles en esta cruzada.

"De todas maneras; yo tenía plena confianza y la verdad que en un momento dije yo sigo y seguimos. Es decir, se recuperó don Sergio, pues estuvo enfermo una vez. Una bronconeumonía le dio en el camino cuando salimos de Iquique y anduvo muy mal. Así que en Antofagasta estuvimos como tres, cuatro días porque él no se recuperaba. Habían pensado en mandar otra persona, pero yo les dije: si don Sergio no es capaz de seguir y no hay nadie más, yo sigo solo. Afortunadamente se recuperó, llegamos bien a Santiago y no tuvimos ningún drama más", recordó.

Al consultarle qué preparación tuvieron que hacerle a los caballos para enfrentar este duro desafío, comentó: "La verdad que fue una tarea bastante larga esa, porque fuimos probando caballos que aguantaran. Caminábamos alrededor de 30, 40 kilómetros diarios; le hablo de un mes antes. Ibamos probando caballos que aguantaran y desechamos varios porque a uno le fallaba una mano, una pata, otros no eran capaces de andar. Así que fue un harnero bastante fino el que usamos para poder juntar seis caballos que nosotros teníamos confianza que llegaran y así fue".

Finalmente, se quedaron con tres yeguas: una baya, la Salerosa, una mulata, la Espiga y una negra, la Norteña. Y dos caballos, el Dormilón y el Cartonero y un potro nuevo.

"Ese era al que más desconfianza le teníamos, tenía seis años el Fogonero. Pero los seis respondieron a cabalidad. Todos respondieron muy bien. Aparte que nosotros tuvimos pleno cuidado y tuvimos gran apoyo del Ejército y de Carabineros".

Respecto del momento en que debían o podían alimentarse, indicó: "La verdad que íbamos haciendo postas. Le comento como era el itinerario diario. Nosotros salíamos a las siete y media de la mañana; hablemos de cualquier parte y los caballos habían comido a las seis de la mañana. Y en la mañana comían solamente avena. Llegábamos a las 12, 13 horas, parábamos, comían un poco de cubos los caballos y avena de nuevo y aprovechábamos nosotros de comer algo también. En la noche llegábamos y ahí comían un poco más de cubos y bastante avena".

Basado en esa experiencia, señaló  "La verdad que para cualquier viaje, para cualquier cosa así, lo único que recomiendo yo es avena. Por qué, porque si les dábamos muchos cubos, los caballos en la mañana andaban flojos, no querían andar, llenos, y bosteaban a cada rato. En cambio, la avena les da una firmeza y los caballos andan firme todo el día; pura energía nomás".

También le preguntamos, al igual que a su compañero, si volvería a hacer esta travesía y así contestó: "Pero mañana si quiere vamos. Juntamos un equipo y vamos mañana de nuevo. Sí, pero es muy difícil; hay que preparar mucho antes. Pero la verdad que yo lo haría. Si para mí fue duro, pero no en exceso".

Finalmente, hablando de sus actividades actuales, manifestó que sigue realizando algunas cosas con Sergio Rodríguez y corriendo.

"Estoy corriendo con don Ricardo Jerez Camus en la Asociación Melipilla. Lo hacemos no por competencia, sino por participar  y por sacar los caballos nuevos que tiene don Ricardo", cerró.

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