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Llevar animales a las veranadas, una actividad llena de tradición

Llevar animales a las veranadas, una actividad llena de tradición
Desde antaño, criadores y arrieros trasladan sus animales hacia la Cordillera, en un viaje que los conecta directamente con la Naturaleza.

Trasladar animales a las veranadas, aprovechando la generosidad de los pastos que existen arriba en la Cordillera, es una actividad que ganaderos, criadores y arrieros realizan anualmente desde tiempos inmemoriales. Actividad que Caballoyrodeo.cl pudo conocer de cerca gracias a la posibilidad de acompañar un arreo de este tipo que organizó Thérese Matthews, dueña del criadero Alas del Cóndor y presidenta de la Asociación Nacional de Caballos de Riendas.

De esta actividad que se hace a fines de noviembre, principios de diciembre, que es cuando parten los animales hacia la Cordillera, y también a principios de abril, cuando corresponde ir en busca de la tropilla para traerlos de vuelta al plano, Caballoyrodeo.cl conversó con Thérese Matthews.

"En esta ocasión llevamos alrededor de 30 animales y esperamos llegar hasta el sector del cerro El Plomo, donde hay muy buenos pastos y los caballos y mulares pueden alimentarse con total libertad. En otras ocasiones hemos ido con más animales, pero esta vez criadores que mandan habitualmente no lo pudieron hacer. El viaje es muy entretenido, con una vista admirable de lo que es la Naturaleza. Incluso, en el trayecto pasamos por lugares donde hay lagunas maravillosas, que hacen muy gratificante el viaje".

Añadió que arriba tienen bastante trabajo, lo que incluye también marcar sus caballos y mulares, y dejarlos en un lugar a cubierto del ataque del puma, depredador que está en su territorio. Eso mismo obliga a que los animales que están en las veranadas sean visitados regularmente por algún arriero para ver cómo se encuentran.

"El viaje anterior, fuimos a buscar los animales en abril, poquitos días después del Campeonato Nacional de Rodeo, así que tuvimos poco tiempo para celebrar con los muchachos  (Juan Carlos Loaiza y Eduardo Tamayo, jinetes del criadero de su suegro, Agustín Edwards) su nuevo título en Rancagua. Los saludamos solamente y partimos de vuelta a Santiago para preparar todo para el viaje a la Cordillera".

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El viaje desde el sector alto de La Dehesa hasta el sector del cerro El Plomo, ida y vuelta,  dura tres días, y resulta admirable ver el espectáculo que significa desde los preparativos de los caballos que ocuparán los jinetes y la carga de los mulares donde va todo lo necesario para alimentarse durante el trayecto y los lugares donde acampen, hasta el trabajo en el camino guiando la tropilla de caballos y mulares por parte del equipo dirigido por Víctor Araya, saliendo en persecución de algún caballo escapado o de algún burro obstinado en seguir su propio rumbo, como ocurrió con el familiarmente conocido como "Tío Cosas" y superar, asimismo, la caída de un mular con toda su carga, obligando a solucionar dicho inconveniente.

Pasar por un estrecho sendero orillado de cactus o quillayes, mirando hacia abajo las quebradas, mientras en los árboles las chicharras se enfrascan en un concierto interminable y allá abajo el smog cubre hasta el sector alto de Santiago, permite agradecer oportunidades como ésta de estar en contacto con la Naturaleza. De paso, observar muy de cerca el trabajo de los arrieros, tarea que no ha sufrido muchas modificaciones desde tiempos de la Colonia, salvo por el detalle que ahora los encargados de guiar los animales se comunican a través de sus celulares para saber por qué los mulares se atrasaron respecto del resto de la caravana y así enterarse que un mular se dio vuelta con su carga, obligando a  detener por algunos minutos el viaje hacia la Cordillera.

Pero esos imponderables son los que le dan mayor sabor a actividades como la señalada, según afirmó Thérese Matthews, mientras se preocupaba de buscar las vituallas y las bebidas necesarias para que su equipo de trabajo, incluyendo a Tommy, el pequeño hijo de Víctor Araya, su cuñada y los arrieros Oscar (quien fue nuestro guía en el regreso), Bastián y Johnatan se alimente y refresque durante una parada bajo la sombra de árboles generosos.

Más tarde, cual el sol estaba achicharrando hasta las piedras, los acompañamos unos kílómetros más y luego nos despedimos, mientras la caravana se iba serpenteando por el terreno en ascenso, buscando aquellos pastos que alimentarán el ganado durante estos meses de verano.

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