En Quillota, en la Quinta Región, vive uno de esos corraleros de antiguo cuño, que ha hecho del rodeo una pasión y una razón de vivir. Además, junto a su esposa María Graciela Rojo Araya, con quien lleva 53 años casado, ha formado una familia con siete hijos varones y todos ellos corraleros como su padre.

Esta historia tiene como protagonista a don Pío del Rosario Ledezma Ledezma, con quien conversó Caballoyrodeo.cl  para conocer pasajes de esta existencia junto a las patas de los caballos.

"Aquí estamos, pasándola, celebrando estos 53 años de casado, motivo por el cual los niños nos hicieron un reconocimiento. Ya tengo 73 años y por los problemas en mis caderas ya no ando tanto a caballo, sólo al tranco. A veces  a uno le dan ganas de echar una carrera, pero después cómo queda".

Haciendo memoria, recordó que comenzó a correr como a los 16 años.

"Yo vivía en Illapel y después me fui a Talca. Unos hermanos mayores fueron los que me subieron al caballo. La mejor actuación que tuve fue con los Bou, en Vallenar. Y también anduve bien con el finado Lucho Soto. Ahí salimos en todos los libros viejos (anuarios antiguos). Y al Nacional llegué varias veces, siendo la mejor actuación corriendo el Esperado y el Potrerillo con Danilo Bou. Esa fue la mejor y otra buena fue cuando llegué con Lucho Soto. Estuve corriendo en los Nacionales que se hicieron en Talca y después en Rancagua, aunque ya no me recuerdo  de las fechas. Aparte de esos caballos también corrí otros buenos como el Abandono y la Quisca", aseveró.

"También había caballos que teníamos que encacharlos nosotros y donde Rubén Ramírez quedaron varios caballos hechos. Me vine de allá y ya no pude regresar más", apuntó.

Asimismo, manifestó con gran orgullo que el Rodeo le ha permitido hacer muchos amigos,  acotando: "quién no me conoce para el Sur.  He andando en varias partes de Chile. Estuve ocho años en Río Bueno, con Rubén Ramírez. Estoy contento con lo que me ha dado el Rodeo y ahora voy a las medialunas a echar una mirada a los niños, sobre todo. También hay por ahí algunos nietos a los que le gusta el rodeo, así tenemos corraleros en la familia para bastante rato". 

Compartiendo toda una vida

Y parte importante en su vida son los 53 años que ha compartido con doña María Graciela Rojo Araya (se casaron el año 1959), la que le ha dado siete hijos y el importante respaldo que nace de cada esposa de corralero.

Por lo mismo, también fue interesante conocer su impresión respecto de lo que ha significado ser esposa de un corralero y madre de siete hijos, también corraleros.

"Me siento orgullosa porque esto es una tradición, un deporte nacional que lo practican mis hijos que están en diferentes partes. Nuestros hijos, de mayor a menor, son: Miguel Luis, José Guillermo, Francisco Javier, Ricardo Alberto, Jorge Alberto, Sergio Enrique y Pío. El mayor tiene 52 años y 28 años el menor, que los cumplió el 5 de agosto".

Y como buena esposa de corralero, acompañó a su marido a los rodeos, claro que hasta que lo pudo hacer, como ella narró.

"En los primeros años sí acompañaba a mi viejo, pero cuando empecé a tener mis hijos ya no pude hacerlo y me quedé cuidándolos a ellos", sostuvo, agregando, eso sí, que igual seguía pendiente de lo que él hacía.

"Claro, esperando que volviera y que lo hiciera con buenas noticias. Y por supuesto, teniéndole cosas ricas para comer. Por lo general, en los rodeos no salen de los asados y cosas así. Y cuando él volvía con algunos de sus amigos, yo lo esperaba con cazuela de gallina de campo", remachó sonriendo alegremente.